Así fue el incendio de la Mezquita en 1910

 17/08/2025 ANDALUCÍA

Un rayo impactó en la cúpula del crucero y prendió un fuego que carbonizó varias “maderas de la armadura”

El obispo Precedo se desentendió del siniestro porque el monumento era “incumbencia del Estado”

Salón de columnas de la Mezquita de Córdoba, en una imagen de principios del siglo XX | Archivo

Aristóteles Moreno, cordopolis.eldiario.es | 16 de agosto de 2025

La mañana del 29 de mayo de 1910 se levantó borrascosa en Córdoba. Al filo de las dos de la tarde, las nubes descargaron una imponente tormenta de granizo. “Mayores que almendras”, describió gráficamente El Defensor de Córdoba. Sobre las tres, un rayo impactó en la corona del cimborrio del crucero. Sonó un trueno seco y los cascotes de un escudo de escayola cayeron sobre el púlpito de la Catedral.

A esa hora, según indicó la prensa local, se encontraba en el crucero un niño del coro, un anciano, varias religiosas rezando y una inglesa. El periodista también identificó al beneficiado José Luque Ramírez. No fue hasta minutos después cuando alguien dio la voz de alarma sobre una columna de humo que se elevaba por encima de la cúpula de la Catedral. Una mujer y varios señores que se encontraban en la farmacia de Manuel Criado divisaron la humareda que no presagiaba nada bueno.

El peón obrero de la Catedral, Bernardo López, fue el primero que subió escaleras arriba hasta la cúpula, según informó Diario de Córdoba. “Tuvo que salirse enseguida a causa del humo”, precisó el redactor. También acudieron el guardia municipal Rafael Jurado y el brigada José López Puntas. “La noticia cundió rápidamente entre el personal del Cabildo que se encontraba en el templo”, escribió el diario local.

El ‘Defensor de Córdoba’ y ‘Diario de Córdoba’ publicaron en mayo de 1910 sus crónicas sobre el incendio de la Mezquita | Cordópolis

La campana de la Catedral repicó en señal de alerta y el cuerpo de bomberos se desplazó rápidamente hacia la Judería con una bomba antiincendios. También acudieron miembros de la Cruz Roja, varios concejales del Ayuntamiento, agentes de la Policía Municipal, el director del Museo de Bellas Artes, Enrique Romero de Torres, y el escultor ayudante del arquitecto conservador del monumento, Mateo Inurria.

Del cimborrio emergía cada vez más humo. “Bien pronto se organizó un cordón de hombres, por cuyas manos desfilaban cubos vertiginosamente”, aseguró el redactor de Diario de Córdoba. La manga de los bomberos se rompió en dos ocasiones, a causa de la presión del agua. “Varios obreros, con exposición de sus vidas, subieron con una cuerda a lo alto de la cúpula y comenzaron a destejar” la cubierta para facilitar el trabajo de los profesionales. El fuego ganaba terreno rápidamente, indicó el periodista, mientras era “muy combatido por el agua”.

Se presentaron también el arquitecto municipal y el gobernador civil. “El alcalde se encontraba abajo dando disposiciones”, señala el rotativo en relación al regidor José García Martínez. Algunos canónigos se apresuraron a retirar las alfombras del crucero para evitar que pudieran prenderse.

El incendio quedó extinguido a las seis de la tarde. El daño patrimonial, según precisan las fuentes, fue limitado. “Las pérdidas se reducen a las maderas de la armadura, quemada en parte, y al rompimiento de tejas”, explicó Diario de Córdoba. Ninguno de los dos periódicos locales identificaron la presencia del obispo en la Mezquita. “Nuestro prelado supo la primera noticia por su capellán”, informó el Defensor de Córdoba, un diario católico fundado en 1899. “Su excelencia se apenó muchísimo”, agregó.

El obispo de Córdoba en 1910, José Pozuelo y Herrero.

Incumbencia del Estado

El incendio de la Mezquita, el primero del que se tiene constancia en época contemporánea, concitó la inquietud de numerosos vecinos. Y levantó una polvareda de críticas contra el Gobierno por la ausencia de pararrayos en el conjunto monumental. “Y no se diga que el crucero es o no de la parte monumental, porque ahí está el Mihrab, lo más preciado de esa joya arquitectónica, que tampoco tiene pararrayos, como no lo tiene la Mezquita en ninguna de sus partes”, protestó el diario católico.

Los comentarios del periódico desvelan un estatus jurídico o administrativo del monumento muy diferente del actual. “Si esto fuese de incumbencia del clero, no ocurriría así”, subraya el diario, “como no ocurre en el Palacio Episcopal ni en el Seminario”. Quien así se expresa es una publicación ligada a la Iglesia católica. Y evidencia que la Mezquita entonces era considerada de dominio estatal, a diferencia de los edificios eclesiásticos que se encuentran justo enfrente.

“Lo ocurrido ayer”, agrega El Defensor, “fue un aviso providencial para que no pase un solo día sin que el pueblo de Córdoba exija que se instalen esos pararrayos en nuestra Mezquita incomparable”. También es significativa la nomenclatura usada para referirse al oratorio omeya a principios del siglo XX por una publicación católica.

Diario de Córdoba completó la noticia con una entrevista al obispo, José Proceso Pozuelo, realizada en la sede episcopal. El periodista le inquirió sobre la polémica por la ausencia de pararrayos. La respuesta del prelado resulta esclarecedora. “El señor obispo nos manifestó que él siempre ha sido partidario de que se adoptaran en nuestra Mezquita las medidas preventivas de los pararrayos, como los tiene el Palacio Episcopal y el Seminario, que son de su incumbencia, pero no podía hacer nada en ese sentido referente a la Catedral, que era de incumbencia del Estado”.

Por lo que se ve, la Mezquita Catedral de Córdoba, a principios del siglo XX, no era de “incumbencia” del obispo. Un dato llamativo que añade nuevos elementos de juicio al agitado debate sobre la titularidad del monumento. El purpurado añadió: “Enseguida telegrafié la noticia al señor ministro de Gracia y Justicia para que tenga conocimiento del suceso”. Y el periodista finalmente apostilla: “Desconocemos a punto fijo a quien incumbe esta responsabilidad, dada la separación de atribuciones existente entre la parte monumental de la Mezquita y el crucero, que es donde ha ocurrido el siniestro”.

Esa misma tarde, según informó la prensa, el Ayuntamiento presentó una moción solicitando al Gobierno la inmediata instalación de pararrayos en el conjunto monumental. “Esta moción es la voz del pueblo de Córdoba”, subrayó el periódico. Al día siguiente, el Consistorio recibió una notificación del gobernador civil informando de un telegrama del ministro de Instrucción Pública. El Gobierno iba a colocar varios pararrayos en un edificio patrimonial de casi 24.000 metros cuadrados. El Pleno municipal respondió al Ministerio por escrito para agradecerle la “determinación adoptada” y le conminó a reactivar las obras de restauración de la Mezquita “para las cuales se aumente en la debida proporción el crédito que se consigna con este objeto en los presupuestos del Estado”.

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